Señor de los Milagros y Del Buen Camino de Ixtapaluca

La tradición oral cuenta que a principios del siglos pasados o bien a fines del antepasado. Los habitantes de Ixtapalucan, como era conocido en aquel entonces. Se traía en procesión desde Ayotla la imagen de un cristo, muy similar por su manufactura y características, a las realizadas en Michoacán. Este cristo es de una sutileza artística: Suave al tacto, liviano en su peso, hermoso en su rostro inclinado hacia su derecha.

Que pocas imágenes únicas pueden apreciarse en la actualidad. Dicha leyenda nos narra que en el cruce que durante mucho tiempo se conoció como «La Y Griega»; o «Las Fresas», ya para entrar al pueblo de Ixtapalucan por su lado poniente, se sucito «El Milagro», una vez que se pretendía retornar a Ayotla con la imagen en procesión. Aumentaba en peso impidiendo que ni la recua de mulas pudiera avanzar con tan precido cargamento. Hasta que a alguien de los de la comitiva se le ocurrió ordenar dar vuelta y regresar hacia la parroquia del pueblo, hecho que consterno a unos y alegro a otros, pues con ello se daba a entender, que el crucificado quería quedarse entre los habitantes de Ixtapalucan. Ambas comitivas convinieron dar a cambio la imagen parroquial de Nuestra Señora del Santo Rosario, venerada en el pueblo que escogía para hacer su casa el «Señor de los Milagros», título bien ganado, pues a partir de entonces innumerables milagros se le atribuyen al crucificado. Tiempo después se fijo su fiesta durante la festividad litúrgica de la Ascensión del Señor.

Vía: Matrimonio de Juan Morales Jiménez (+) y Encarnación Díaz Jiménez(+), sacristanes de la parroquia de Ixtapaluca, durante la administración de los padres: Manuel e Hilario, principios del siglo pasado.

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