Una de las leyendas más bellas del pueblo está vinculada a la patrona Virgen del Rosario: «Había una viejecita –cuenta Mecalco- que soñaba con una escultura de la Virgen y nunca había logrado que ningún cantero de la región (Ayotla, Chimalhuacán) la hiciera como ella deseaba verla. Pero ocurrió que un día se presentaron en su casa dos jóvenes escultores…».
«Eran de buen porte e incluso bellos, y como única condición para hacerle la escultura le pidieron una jícara de agua y dos velas. Pasaron dos días encerrados sin que nada le solicitaran para comer y beber. Intrigada, al tercer abrió el cuarto y se encontró con la imagen en piedra que ella siempre había soñado, pero no halló por ningún lado a los escultores».
«La gente de entonces y de ahora –comentó el dirigente de Cerro y Culebra- siempre ha creído que esos escultores eran dos ángeles».
Vía: Familia Mecalco